No queda nada para conocer en su totalidad la nueva propuesta constitucional y existe preocupación por el retroceso en los derechos de las niñas y mujeres que se pretende instalar en la nueva propuesta. Muchos discursos que hace un tiempo eran aceptables hoy no lo son, algo que el Partido Republicano y parte importante de Chile Vamos no entiende.
Parece mentira, que se siga discutiendo o poniendo en duda la ley de aborto por causales. Sin embargo, volvemos a escuchar discursos que parecían resueltos, sobre el derecho a elegir de las niñas y mujeres en situaciones tan dramáticas como lo es una violación.
Así pues, se ha hablado de una constitución anti mujeres, ¡y cómo no!, si además de nuestros derechos sexuales y reproductivos han cuestionado las cuotas de género y la paridad. Acciones que siguen perpetuando la desigualdad, donde históricamente las mujeres hemos ido quedando fuera de los cargos de poder. Lo que reflejan un deseo de seguir incrementando la apropiación y dominación de los cuerpos y vidas de las mujeres por parte del Estado, buscando restringir nuestras libertades. Las mujeres no somos solo un simple instrumento de reproducción de la especie humana.
Pero hoy existe un mayor reconocimiento a nivel mundial sobre la violencia política, sexual, cultural y simbólica que viven niñas y mujeres en todos los rincones del mundo. Asimismo, cabe señalar, que todas estas opiniones hablan de una moral religiosa. Pero comenzar con triquiñuelas para imponerlas en la nueva carta magna, buscando restringir nuestras libertades, además de ser una visión medieval, es simplemente impresentable para una sociedad democrática.
Bajo esta mirada poco democrática y esclavizante, es imposible que se apruebe una constitución que retrocede en los derechos ya garantizados y muestran el extremo conservadurismo que quiere seguir situando a las mujeres como ciudadanas de segunda clase; miradas solo como instrumentos, sin respetar sus derechos humanos, como decidir por sus vidas, sus propias y únicas vidas.