Durante el año 2022 fui desafiada a plantearme el tema del indigenismo, a partir de la figura del escritor peruano José María Arguedas. Partí por buscar sus obras en diferentes librerías de Santiago de Chile. Continué con la respectiva lectura en aviones, aeropuertos y lugares tan diferentes del planeta como San Antonio, Texas, Bilbao, España, Londres, Inglaterra o San Miguel de Allende, México. Lectura subrayada para efectos prácticos. Y terminé intentando responder grandes preguntas de fondo en tres presentaciones.
Los trabajos fueron elaborados para ser expuestos en el Primer Conservatorio Internacional de Literatura Indigenista José María Arguedas, organizado por la promoción 1972 de la unidad escolar Santa Isabel de Huancayo en noviembre de 2022.
El lunes 14 realicé mi primera presentación en este seminario online desde Vicuña, en el Valle del Elquí. El martes 15 me conecté a Zoom desde La Serena, capital de la región de Coquimbo, Chile. Y finalmente, el miércoles 16, hablé sentada en el comedor de unos tíos muy queridos en Tongoy, balneario de tantos recuerdos de verano en mi juventud.
Estas tres presentaciones abordan temas relevantes de la perspectiva indigenista en mis obras y las raíces que se hunden en la sangre ancestral de los pueblos originarios de Mesoamérica, de la que soy heredera gracias a un glorioso 14,6 por ciento según lo prueban los test genéticos.
Empero, este trabajo que me tomó mucho más tiempo del esperado y me llevó a profundas reflexiones que no había abordado antes en mi vida ni personal ni tampoco como escritora, ha gatillado una enorme gratificación.
Por eso, me ha parecido apropiado reunir estos tres trabajos en un libro que he titulado con mucha alegría “Escritora Mestiza” (Disponible en Amazon).
Espero que los lectores disfruten el producto, del mismo modo que yo he gozado el proceso de asumir la influencia inconsciente que vincula a los americanos con lo ancestral e impregna el devenir de nuestras vidas y nuestras obras. Y que en el futuro próximo puedan también encontrar gozo en la lectura de mis próximas obras, en algunas de las cuales la opción por lo mestizo y lo indigenista ya no es es más meramente inconsciente, sino que se vuelve conciencia. Conciencia plena.
Parte de esta nueva perspectiva queda plasmada en un poema titulado “17 por ciento” en que realizo una alegoría de la influencia de la sangre mesoamericana en la obra literaria, y en un cuento preparado para este seminario internacional e incluido en la tercera ponencia y que he denominado “Piunkiñú”, donde apunto a cierto imaginario, pero sobre todo a la influencia barroca en la escritura indigenista, que yo he optado por denominar “mestiza” para efectos de mi propia obra. Es decir una influencia de lo indígena que se vierte en un estilo literario mestizo.